01 octubre 2008

Alegría y desconsuelo: Liquidación de la librería El Aleph

Entró al bar y se sentó frente a mí.
-Tuve que comprarme un librito —dije en tono cómplice, mientras le señalaba la tapa de Viaje al fondo de una calle y otras páginas, de Enrique González Tuñón.
Ella sonrió y por toda respuesta me comentó que recién había visto que la librería El Aleph estaba liquidando por cierre.
-Sí, siempre dicen lo mismo. —dije—. Creo que están por cerrar desde hace dos años.
-No, no. Pero esta vez es cierto, hay carteles que dicen diez libros por diez pesos.
-¡Vamos ya! ¿Qué estamos esperando?
Ella hizo un gesto complaciente. Le dije:
-Primero tomemos algo.

La librería El Aleph es la competencia de El Banquete, en la que hace un tiempo encontré una perlita de Gudiño Kieffer. Ambas están sobre la avenida Cabildo, aunque en veredas opuestas, muy cerca del cruce con Aguilar. Si bien el Aleph llena sus vidrieras y la mayoría de sus estantes con novedades rimbombantes y ediciones baratas de clásicos, también tiene un espacio gobernado por una buena cantidad de libros usados. He encontrado buenas cosas, aunque sus precios no siempre fueron buenos y me he ido muchas veces sin nada.

Pero así como Borges tuvo que ir corriendo a ver el Aleph —“uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”— cuando Carlos Argentino Daneri le confesó por teléfono que lo había visto de chico en un ángulo del oscuro sótano de su casa, en mi caso tuve que ir a la librería a ver qué libros podía llevarme en una oportunidad única.

A pesar de que eran casi las nueve de la noche, encontramos a cinco o seis personas concentradas en revolver las mesas de diez por diez pesos y dos por veinte pesos, que estaban ahí nomás de la entrada. Echamos una rápida mirada y entendimos por qué se estaban prácticamente deshaciendo de esos libros. Un poco más al fondo y sobre las paredes laterales, estaban los del treinta por ciento de descuento.
-Acá algo vamos a encontrar —le dije, y nos pusimos a la caza.

Llegué a la caja y apoyé sobre el mostrador:

  • 5 libros de selección de grandes cuentistas de editorial Cántaro, que tienen un toque didáctico que no viene mal.

  • Una antología de cuentos policiales argentinos que realizó la editorial Estrada, en la que encontré algunos autores que no tenía.

  • Y “Jazz al sur”, la historia de la música negra en Argentina, del historiador y escritor Sergio Pujol.

El amigo librero le dio un sorbo apurado a la botella de Quilmes, la dejó en alguna parte fuera de mi vista y se acercó. Mientras registraba en su computadora lo que yo me estaba por llevar, le pregunté:
-¿Por qué se van?
Sin desviar los ojos del monitor, el amigo librero hizo un gesto como si estuviera en el peor momento de un caramelo con relleno ácido.
-Los malditos números —respondió e inmediatamente me dijo el monto total, con el descuento incluido.

Me fui con una sensación ambigua: contento por mi compra y triste por haber presenciado los últimos días de vida de una librería.
-Los malditos números —repetí, mientras esperaba que el semáforo me permitiera cruzar… ¡Siempre los mismos hijos de puta!
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo puedo afirmar que lo suyo es para terapia... 8 libros en un sólo día es como mucho... Por suerte se tomó un café en el medio, como para rebajar la primera tanda de páginas.

Ahora espero recibir en un tiempo los comentarios sobre las nuevas lecturas.
Saludos
Lic. Chaparro