En homenaje a los 60 años de una de las mejores novelas de Sabato, sigue un fragmento del extenso primer párrafo del capítulo II. Creo que en este pasaje queda expuesta la psicología del personaje.
Como decía, me llamo Juan Pablo Castel. Podrán preguntarse qué me mueve a escribir la historia de mi crimen (no sé si ya dije que voy a relatar mi crimen) y, sobre todo, a buscar un editor. Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un bledo; hace rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree a veces un superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano.
Ernesto Sabato (El túnel. 1948)
Algo más
Maratón de lectura en la Fundación Ernesto Sabato (ADN - Cultura).
Hace algunos años tomé el té con Sabato una tarde de sábado en su casa de Santos Lugares. Pronto subiré alguna foto de aquel momento y contaré la anécdota.
El retrato de Sabato es del pintor español Álvaro Delgado.
1 comentario:
Recuerdo también muy gratamente mi lectura de El Túnel. Fue en el 2000, estaba en 4 año del secundario, en realidad en 2º año del Polimodal. Me acuerdo que lo conseguí usado en una librería de saldos, era una edición de bolsillo, de tapa negra. La profesora nos daba para leer por semana un capítulo y creo que en ese período lo terminé. Ese túnel enmarañado era tan visual, hasta creí cruzarme a María Iribarne por la calle (¿así se llamaba la mujer?).
Un abrazo Emilio,
nm.
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