09 agosto 2010

El subrayado es nuestro: Astucias de conejo

Este domingo desayuné conejo.

Les dejo un subrayado de la nota “El regreso del conejode Soledad Barruti en Radar, un excelente recorrido sobre las peripecias de Hugh Hefner, el creador de Playboy.



El talento de Hefner:

No ha dejado de dar muestras de que su don radica en tener una especie de brújula que le señala para dónde va a girar la Tierra antes de que nadie la haya sentido moverse.

… desde el mismo instante en que empezaron a vaticinar que caería, y sin decirle nada a nadie, Hef comenzó una campaña de sí mismo que trajo apareadas grandes cosas. Luego de 20 años refundó el Club Playboy en el Palms de Las Vegas, se compró la tumba al lado de la de Marilyn Monroe para pasar la eternidad junto a ella, sacó a Playboy de la Bolsa para ahuyentar a los fantasmas, se volvió monógamo y fan de Twitter, editó los 25 años más emblemáticos de su biografía ilustrada en seis tomos publicados por Taschen, anunció que quiere filmar su biopic pero sólo si Robert Downy Jr acepta hacer de él…

Playboy, un asunto de Estado:

Playboy reflejaba la tensión de la guerra (Vietnam) y a la vez representaba el único modo de escapar de ella. La revista había trascendido el negocio para volverse un asunto de Estado, que había que sostener (como alguna vez escribió Tom Wolfe) “con una sola mano”.

El joven Hefner (¿No lo ven una onda Raymond Chandler?... era la época)

Hefner: “Reinventé el término playboy para correrlo de un ave nocturna, indolente y vacua que pensaba todo el tiempo en tirarse mujeres y lo convertí en la denominación de un hombre que trabaja muy duro y tiene derecho a divertirse un montón. Un chico que quiere jugar. Precisamente en torno de eso gira toda mi vida”.


Su primer amor y su carisma:

Hefner es tierno cuando habla de sí mismo y va hacia el centro más escondido, de donde tomó su inspiración. Así, por ejemplo, cuenta cómo conoció a su primer amor, “una rubia de cabello rizado llamada Audrey Zimmerman”, a quien iba a visitar a su casa, con quien se encerraba en el sótano a jugar “juegos de besos”, gracias a quien descubrió Esquire (“una revista que no estaba permitida en mi casa”) y a quien a fin de cuentas le debe su ideal de mujer.

Un hábil generador de negocios que sin dinero ni producto real alguno para mostrar, un día envió una encuesta a los diarieros y distribuidores del país describiéndoles lo que luego sería Playboy. “Recibí pedidos por 70 mil ejemplares. Lo único que tenía que hacer entonces era crear la revista.” Y lo hizo con la famosa foto de Marilyn que consiguió por chirolas, un préstamo de 8 mil dólares y el carisma con el que convenció, por ejemplo, a Ray Bradbury de convertir en serie Fahrenheit 451.

Algo más:
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