16 marzo 2008

Y una maldita noche, combiné los elementos

Hay momentos en la vida que nos dejan marcas que nos acompañarán por siempre, que marcan un antes y un después. Todos conocen la historia del Dr. Jekyll. Veamos cómo nos cuenta el instante exacto en que su vida se desdobló para siempre.

Hacía mucho tiempo que había preparado la mezcla; inmediatamente compré a unos almacenistas una gran cantidad de cierta sal, que, por lo que deduje de mis experimentos, era el último ingrediente que faltaba. Y una maldita noche, muy tarde, combiné los elementos, los vi hervir y humear en la copa, y, cuando cesó el hervor, de un golpe me tragué la bebida.

Inmediatamente sentí unos dolores horribles, como si los huesos se trituraran y una náusea mortal y un horror en el espíritu que no pueden ser excedidos ni a la hora de nacer ni a la hora de morir. Después poco a poco estas agonías se calmaron y me pareció que salía de una enfermedad. Había algo extraño en aquellas sensaciones, algo inefable que por su misma novedad me resultaba increíblemente agradable. Me sentía más joven, más ligero, más feliz físicamente, y en mi interior notaba un atrevimiento obstinado, una fluidez de imágenes sensuales desordenadas, que pasaban velozmente por mi fantasía como el agua en un molino; sentía como si se aflojaran todas las ataduras del deber y una libertad desconocida aunque no inocente me invadía el alma. En el primer soplo de esta nueva vida ya me sentí cien veces más perverso, como si fuera un esclavo vendido a mi demonio innato. Y en aquellos instantes esta idea me sabía como un vino delicioso que me tonificaba. Me desperecé embriagado por el frescor de aquellas sensaciones y vi que mi estatura había disminuido.

Entonces no había espejo en mi gabinete; el que hay ahora, mientras escribo, fue instalado más tarde, precisamente a causa de estas transformaciones. Mientras tanto la noche había avanzado hacia la madrugada y de ésta, incluso negra como era, estaba a punto de despuntar el nuevo día; en casa todos dormían las horas del sueño más profundo, y excitado como estaba por la esperanza y el triunfo, decidí arriesgarme e ir, en la nueva forma, hasta mi alcoba. Atravesé el patio pensando que desde el cielo las constelaciones me miraban maravilladas; era la primera criatura de este tipo que su vigilancia insomne había descubierto desde el principio de la eternidad. Me escabullí por los pasillos –me sentía extraño en mi propia casa–, y cuando llegué a mi alcoba contemplé por primera vez a Edgar Hyde.

Robert Louis Stevenson (El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. 1866)

Algo más

Según Wikipedia, los críticos no se ponen de acuerdo. La novela de Stevenson parece difícil de encasillar. ¿Es un policial?, ¿es una novela gótica o un cuento diabólico escocés? Me inclino por una respuesta: es un policial fantástico al estilo inglés, lo que podría ser un género tan híbrido como Frankenstein; pero esa es otra historia.
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1 comentario:

Pecas dijo...

Muy bueno, Sr. Chofer. Me gustó mucho este paseo.
:)
Lady CP