
En Amalfi al terminar la zona costanera, hay un malecón que entra en el mar y la noche. Se oye ladrar a un perro más allá de la última farola. (...)
Un señor está extendiendo pasta dentífrica en el cepillo. De pronto ve, acostada de espaldas, una diminuta imagen de mujer, de coral o quizá de miga de pan pintada. (...)
Se sabe de un viajante de comercio a quien le empezó a doler la muñeca izquierda, justamente debajo del reloj pulsera. Al arrancarse el reloj saltó la sangre: la herida mostraba la huella de unos dientes muy finos.
Julio Cortázar (Historia de Cronopios y de Famas, "Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo." 1962)

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