Aparecieron en el escenario y saludaron tímidamente. Ernesto Jodos estiró los brazos. Se concentró unos segundos, miró ausente las teclas del viejo piano, relajó los hombros. El contrabajista Gerónimo Carmona y el baterista Luciano Ruggieri estaban listos. Hubo un gesto casi imperceptible y se hizo el jazz.
Así arrancó el concierto la noche del jueves 28 de abril en el auditorio Mauricio López de la Universidad Nacional de San Luis.
El primer tema se llamó “Vals”. Y digo se llamó porque tal vez ahora, mientras escribo esto, tenga un título diferente. “Hasta que se me ocurra otro nombre, se llama así”, bromeó Jodos.
“Fragmento del mundo” fue el segundo. “Una suerte de manifiesto anti solos”, dijo al presentarlo.
Disfrutalo (Video 4:39)
Jodos se inclinaba sobre el piano como si lo alabara: las manos recorrían las teclas y la cabeza miraba el suelo. Al verlo y escucharlo, irremediablemente el público quedaba sumido en ese ritual; y el auditorio se volvía cueva, refugio caliente de poca luz en el que sucedía una historia de seis canciones tejidas con precisión y pocos solos; un trío compacto ejecutaba la ceremonia.
El frío y la lluvia recién importaron, cuando afuera se acabó la música.
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