“Hay días en que uno se despierta y lo primero que hace es darle una buena patada a la pared.”
Esa oración era la primera línea del post Varias guerras en marcha, que reproducía un fragmento de una carta que Raymond Chandler le escribió a Edgar Carter, en 1950.
Aquella sensación de “yo contra este maldito mundo” que describía Chandler, era la misma que tenía cuando escribí el post. Fue una mágica coincidencia: leí esa carta mientras me sentía de la misma manera que Chandler se había sentido medio siglo atrás.
Anoche, sucedió lo mismo.
Pasadas las diez de la noche estaba en la cama. Cerca de las once me costaba sostener la vista sobre La dama en el lago (1943), la cuarta novela de Chandler, que tiene como protagonista al legendario personaje Philip Marlowe.
Marlowe y yo, en ese mismo momento, teníamos algo en común: estábamos agotados.
Sentado sobre un catre en una celda de Bay City, soportaba el dolor varios golpes recientes y relataba:
“Miré mi reloj: las nueve y cincuenta y cuatro. Hora de volver a casa, ponerse las zapatillas y jugar una partida de ajedrez. Hora de tomar una buena bebida helada y fumar una larga y tranquila pipa. Hora de sentarse con los pies arriba y no pensar en nada. De comenzar a bostezar sobre la revista. Hora de ser un ser humano, un hombre de su casa, alguien sin otra cosa que hacer que descansar y aspirar el aire fresco de la noche, juntando energía para la jornada del día siguiente.”
Mientras tanto, yo bostezaba sobre su relato y compartía su sensación. Giré y miré el reloj. Supe que era la hora de cerrar el libro y apagar la luz. Lo hice despacio y sonriendo. Era hora de volver a ser humano y tenía toda la noche para hacerlo.
Algo más
4 comentarios:
lindo, lindo, lindo. Sos tan vos en este post...
laviu
Hola Emiliano,
Buen título y mejor post...Cuando el cuerpo pide descanso, hay hacerle caso, pues la naturaleza es sabia...
Saludos, desde Lima, Perú
muy buen posteo emi. La hora de descanso llegó. Bien por esta semanita, disfrutala.
Abrazo grande
Rodrigo
Me hiciste acordar de Chandler. Una vez me leí El último adiós, también estaba como protagonista Marlowe. Ha sido el único libro que me he leído de este escritor, pero aún puedo sentir las escenas y el gran vínculo que durante todo el libro me unió a Marlowe.
Saludos y te continuaré leyendo.
Publicar un comentario